Primera etapa: Denia- AlicanteMuchísimo
calor y humedad en esta primera etapa, que ha transcurrido por una
inmunda carretera nacional. Pero esa era la única solución rápida y
eficaz para el recorrido de hoy, más interesante. He pasado por la
irritante costa levantina, donde el bonito paisaje se lo cargan miles de
casitas, hormigón e inventos varios.
He visto incluso una iglesia ortodoxa gigante que están construyendo cerca de Altea.
Por
cierto, la imagen del día ha sido un toro de Osborne (la foto en otra
ocasión por problemas de logística) que juraría que es el de la película
Jamon Jamon, y desde el que se veía al fondo Benidorm.
Espectaculares los rascacielos de Benidorm, fascinantes, como de Blade Runner. Algunos hasta son hermosos.En la etapa de hoy he empleado cuatro horas y 32 minutos en recorrer 98,6 km, a una media de 21,6. Espero que mañana haga menos calor.
Segunda etapa: Alicante-Blanca
Cambio de destino y de recorrido. Lo primero, porque me pasé el hotel y la zona donde estaba, Abarán, no me gustó ni un pelo. Seguí hasta Blanca, un pueblo precioso y largo situado a orillas del Segura (cómo va el río de lleno!! , incluso se baña la gente), incrustado entre montañas. El hostal Casa Conde la Vallesa, acorde al pueblo, un gustazo. Mientras comía en él, comida vasca, como su propietario, tenía sentado frente a mí a ¡¡¡¡Camilo José Cela Conde!!!!! Saludo y a dar una vuelta al pueblo.
Lo segundo (perdonen la digresión), porque para salir de Alicante me dejé guiar por el gps, que me condujo por unas zonas poco recomendables de esa ciudad, por lugares en obras y, finalmente, por un camino que aunque llegaba al mismo sitio, atravesaba unas montañitas del carajo. Pero mereció la pena. Aunque he pasado por un lugar donde está prohibido coger caracoles entre abril y junio: para proteger la "fauna silvestre", decía el cartel. Tras leer esa advertencia, he de admitir que recorrí con pavor esa sierra, no fuera que uno me saltara con las fauces abiertas o me clavara sus cuernos con saña, que los cornudos, como los astados, tienen muy mala leche, que bien lo sabe uno.
En total he hecho hoy 111 km en cinco horas y media. Mañana, vuelta atrás,
hacia Abarán (puaj), para pasar por un camino que me llevará a los
1.200 metros de altura. Pero eso, mañana.
Ah, he de comunicaros que he solucionado uno de los problemas que el pasado año me traía mártir: las rozaduras. Solución: no llevar ropa interior.Si hay que marcar paquete, se marca, aunque sea modestamente, qué se le va a hacer, con tal de evitar ese problema.
Tercera etapa: Blanca-Puebla de don Fadrique
Salí
esta mañana bien pronto, con el murmullo del Segura a mi izquierda.
Sobre las 8 llegué a Calasparra, que tuve que bordear porque estaban
celebrando un encierro, esa costumbre festiva tan de moda en
España.Celebran la feria taurina del arroz, conocida en el mundo entero,
claro. Los mozos que vi llevaban una cogorza monumental, para delirio
del toro, que de esa manera también celebra algo. Ayer se debió poner
las botas, el astado, dado el estado de los presentes. Cuando salí al
fin del pueblo, llegaba una decena de ambulancias. Viva la fiesta
nacional.
Ahora
estoy a 1.200 m de altura, en la frontera andaluza, tras recorrer 123
km en 6 horas y media. Puebla de don Fadrique es otro pueblo hermoso.
Me temo que no podré incluir fotos hasta Sevilla.
Cuarta etapa: Puebla de don Fadrique-Huesa
Episodio cuarto: hoy he pasado por lugares increíbles, paisajes que te dejan boquiabierto. Madrugada muy fría, pues salía desde 1.200 metros de altura (de lo que deduzco que ascendí ayer en bici hasta al menos los 1.400 metros: mis piernas lo notan y la pronunciada bajada antes del pueblo es lo que me hace pensar en eso). Bien tapadito y embozado, descendí hasta Huéscar para introducirme poco a poco en la Sierra de Cazorla por sus estribaciones meridionales. El paso por la garganta del río Guardial o por Castril (uno de los pueblos más hermosos que he visto), poco después, sobrecoge. Desde la parte más baja de Castril había que ascender, en seis kilómetros, por unas pendientes del 10% hasta la cumbre, a 1.200 metros, aproximadamente, desde la que se ve el embalse del Portillo, de aguas cristalinas. Se atraviesa un Parque Natural. Lo que más rabia da tras esa pasada de escalada es que uno se topa con una vía de servicio que atraviesa por abajo la montaña, sin necesidad de emular a Indurain.
Luego,
bosques de pinos, montañas... hasta llegar a Pozo Alcón (ya en Jaén). Y
allí, de repente, una fuerte pendiente del 9% te hace descender desde
los 900 metros a los 400 metros, del bosque de pinos a una zona
desértica, del fresquito a un calor abrasador. El descenso, a 73 km/h y
con fuertes rachas de viento, hasta llegar a otra pendiente, ésta de
ascenso, del 10%, tremenda a esas horas y cuando ya se llevan 90 km en
las piernas. En la parte más llana de esa caldera (de paredes rojizas,
negras, pardas y amarillas) corre caudaloso el Guadiana Menor, entre
olivos, que es el árbol que aquí predomina (hasta ahora, y desde
Alicante, lo era el almendro). Y no deja de ser chocante ver tanta agua
en un paisaje tan seco.
Huesa, el destino de hoy, se ubica entre "abruptos paredones de la Sierra del Caballo" (que dice el Consistorio en su web). Algunos de estos paredones, a la entrada del pueblo, parecen el esqueleto, la cresta de un gigantesco dinosaurio.
Una cosa sobre Blanca, el pueblo murciano al que llegué hace un par de días: muy mono, pero la ley de la Memoria Histórica tiene allí mucho trabajo. Tienen la plaza del 18 de julio, la calle Francisco Franco y otras lindezas por el estilo.
Total, he recorrido hoy 99 km en cuatro horas y media. Mañana tiene pinta de que será otro día espectacular.
Quinta etapa: Huesa-Jaén Episodio quinto. Ochenta y siete kilómetros rompepiernas (en cuatro horas y 23 minutos), subidas y bajadas constantes y bastante calor (esta tarde, 40 grados en Jaén). Por la mañana me topé en la carretera con un zorro muerto, recién atropellado. Una lástima. Las cunetas están llenas de zorros, culebras (vi una de un metro), cochinos jabalíes y ranas. Sí, ranas, sobre todo en las zonas de riego intensivo. Pero también de carenados de tunning. Cada dos por tres te encuentras uno. Otra cosa que es frecuente ver en estas carreteras de dios: restaurantes cerrados, que los hay a patadas. Se ve que ya no es negocio.
Por la mañana salí justo cuando una pareja holandesa partía a Guadix.
Esperan recorrer Andalucía en tres semanas, pero a tenor del peso que
llevan encima lo van a pasar mal.
José Manuel, de www.centrofyt.es, me ha recompuesto las piernas y el resto del cuerpo. Hay que ver cómo son estos osteópatas, que les basta tocarte un rato y averiguan todo tu historial clínico. Mañana veremos los resultados. Mañana, por cierto, me meto en la vía verde, que recorre una antigua vía de tren.
Sexta etapa: Jaén-Montilla
La vía verde es una antigua línea férrea que ha sido reciclada en carril bici. Transcurre entre olivos y reservas naturales, apenas tiene pendiente y pasa por los antiguos túneles (iluminados) y puentes de hierro del ferrocarril. El acceso de coches y motos está prohibido (excepto en un par de zonas compartidas de escasos metros).
Lo usan, además, cientos de personas que desde el amanecer, incluso de
noche, pasean por él. Esta mañana lo he recorrido desde Jaén hasta
Martos, unos 27 km (en total son 55km). Es una gozada. Más información
en www.promojaen.es/pit/ . A ver si toman nota en Ibiza de esta
iniciativa,
perfectamente señalizada y respetuosa con los ciclistas.
Ya he llegado a la provincia de Córdoba, que tiene una orografía más suave: 110 km en 5h y 27 minutos, a una media de 20 km/h. Montilla es un pueblo precioso, ¡y tiene bicing! Mañana, tremendo palizón.
Séptima etapa: Montilla-Sevilla. Se acabó.
Al fin llegué a Sevilla, tras una larga etapa de 176 kilómetros realizados en siete horas y 49 minutos, y tras acordarme del padre del que puso las indicaciones en muchas de las carreteras, como en la zona de Puente Genil, y de la madre del creador del gps, que te mete porque sí en medio de un olivar (me lo ha hecho tres veces)o te dirige a un precipicio (es un jodido sádico, el gps). Afortunadamente, las nubes evitaron que la mañana fuera muy calurosa.
La imagen del día: dos águilas enormes posadas en sendos postes de
teléfono. La otra imagen: mi cuentakilómetros se ha vuelto loco y dice
que la velocidad máxima que he alcanzado hoy son 130 km/h.
Sevilla es un gustazo, aunque mañana lo será mucho más.
He visto incluso una iglesia ortodoxa gigante que están construyendo cerca de Altea.
Espectaculares los rascacielos de Benidorm, fascinantes, como de Blade Runner. Algunos hasta son hermosos.En la etapa de hoy he empleado cuatro horas y 32 minutos en recorrer 98,6 km, a una media de 21,6. Espero que mañana haga menos calor.
Segunda etapa: Alicante-Blanca
Cambio de destino y de recorrido. Lo primero, porque me pasé el hotel y la zona donde estaba, Abarán, no me gustó ni un pelo. Seguí hasta Blanca, un pueblo precioso y largo situado a orillas del Segura (cómo va el río de lleno!! , incluso se baña la gente), incrustado entre montañas. El hostal Casa Conde la Vallesa, acorde al pueblo, un gustazo. Mientras comía en él, comida vasca, como su propietario, tenía sentado frente a mí a ¡¡¡¡Camilo José Cela Conde!!!!! Saludo y a dar una vuelta al pueblo.
Lo segundo (perdonen la digresión), porque para salir de Alicante me dejé guiar por el gps, que me condujo por unas zonas poco recomendables de esa ciudad, por lugares en obras y, finalmente, por un camino que aunque llegaba al mismo sitio, atravesaba unas montañitas del carajo. Pero mereció la pena. Aunque he pasado por un lugar donde está prohibido coger caracoles entre abril y junio: para proteger la "fauna silvestre", decía el cartel. Tras leer esa advertencia, he de admitir que recorrí con pavor esa sierra, no fuera que uno me saltara con las fauces abiertas o me clavara sus cuernos con saña, que los cornudos, como los astados, tienen muy mala leche, que bien lo sabe uno.
Ah, he de comunicaros que he solucionado uno de los problemas que el pasado año me traía mártir: las rozaduras. Solución: no llevar ropa interior.Si hay que marcar paquete, se marca, aunque sea modestamente, qué se le va a hacer, con tal de evitar ese problema.
Tercera etapa: Blanca-Puebla de don Fadrique
Cuarta etapa: Puebla de don Fadrique-Huesa
Episodio cuarto: hoy he pasado por lugares increíbles, paisajes que te dejan boquiabierto. Madrugada muy fría, pues salía desde 1.200 metros de altura (de lo que deduzco que ascendí ayer en bici hasta al menos los 1.400 metros: mis piernas lo notan y la pronunciada bajada antes del pueblo es lo que me hace pensar en eso). Bien tapadito y embozado, descendí hasta Huéscar para introducirme poco a poco en la Sierra de Cazorla por sus estribaciones meridionales. El paso por la garganta del río Guardial o por Castril (uno de los pueblos más hermosos que he visto), poco después, sobrecoge. Desde la parte más baja de Castril había que ascender, en seis kilómetros, por unas pendientes del 10% hasta la cumbre, a 1.200 metros, aproximadamente, desde la que se ve el embalse del Portillo, de aguas cristalinas. Se atraviesa un Parque Natural. Lo que más rabia da tras esa pasada de escalada es que uno se topa con una vía de servicio que atraviesa por abajo la montaña, sin necesidad de emular a Indurain.
Huesa, el destino de hoy, se ubica entre "abruptos paredones de la Sierra del Caballo" (que dice el Consistorio en su web). Algunos de estos paredones, a la entrada del pueblo, parecen el esqueleto, la cresta de un gigantesco dinosaurio.
Una cosa sobre Blanca, el pueblo murciano al que llegué hace un par de días: muy mono, pero la ley de la Memoria Histórica tiene allí mucho trabajo. Tienen la plaza del 18 de julio, la calle Francisco Franco y otras lindezas por el estilo.
Total, he recorrido hoy 99 km en cuatro horas y media. Mañana tiene pinta de que será otro día espectacular.
Quinta etapa: Huesa-Jaén Episodio quinto. Ochenta y siete kilómetros rompepiernas (en cuatro horas y 23 minutos), subidas y bajadas constantes y bastante calor (esta tarde, 40 grados en Jaén). Por la mañana me topé en la carretera con un zorro muerto, recién atropellado. Una lástima. Las cunetas están llenas de zorros, culebras (vi una de un metro), cochinos jabalíes y ranas. Sí, ranas, sobre todo en las zonas de riego intensivo. Pero también de carenados de tunning. Cada dos por tres te encuentras uno. Otra cosa que es frecuente ver en estas carreteras de dios: restaurantes cerrados, que los hay a patadas. Se ve que ya no es negocio.
José Manuel, de www.centrofyt.es, me ha recompuesto las piernas y el resto del cuerpo. Hay que ver cómo son estos osteópatas, que les basta tocarte un rato y averiguan todo tu historial clínico. Mañana veremos los resultados. Mañana, por cierto, me meto en la vía verde, que recorre una antigua vía de tren.
Sexta etapa: Jaén-Montilla
La vía verde es una antigua línea férrea que ha sido reciclada en carril bici. Transcurre entre olivos y reservas naturales, apenas tiene pendiente y pasa por los antiguos túneles (iluminados) y puentes de hierro del ferrocarril. El acceso de coches y motos está prohibido (excepto en un par de zonas compartidas de escasos metros).
perfectamente señalizada y respetuosa con los ciclistas.
Ya he llegado a la provincia de Córdoba, que tiene una orografía más suave: 110 km en 5h y 27 minutos, a una media de 20 km/h. Montilla es un pueblo precioso, ¡y tiene bicing! Mañana, tremendo palizón.
Séptima etapa: Montilla-Sevilla. Se acabó.
Al fin llegué a Sevilla, tras una larga etapa de 176 kilómetros realizados en siete horas y 49 minutos, y tras acordarme del padre del que puso las indicaciones en muchas de las carreteras, como en la zona de Puente Genil, y de la madre del creador del gps, que te mete porque sí en medio de un olivar (me lo ha hecho tres veces)o te dirige a un precipicio (es un jodido sádico, el gps). Afortunadamente, las nubes evitaron que la mañana fuera muy calurosa.
Sevilla es un gustazo, aunque mañana lo será mucho más.
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