2024: Lombarde (Alpes, Italia)+Tirol


El plan de este año no salió del todo bien. Imaginaba que, tal y como había sucedido los últimos años, la nieve se derretiría a finales de mayo y que en junio, a partir de la segunda semana, se podría ascender tranquilamente las cumbres de los Alpes. Pero no. Las nevadas se prolongaron hasta mediados de julio y numerosos pasos fueron impracticables hasta la tercera semana de ese mes. Así que desde la primera ascensión tuve problemas para alcanzar cada meta. El 11 de junio subí la Lombarde desde el lado italiano, desde Vinadio. Al llegar a la desviación hacia ese alto, un cartel y una barrera avisaba de que estaba cerrado, pese a lo cual decidí continuar. Lo hice por dos razones: primera, porque había visto en webs especializadas que, en realidad, estaba abierto, por lo que en caso de que realmente estuviera cerrado, bastaba con dar la vuelta: segundo, porque no había viajado tan lejos como para no intentarlo. Del calorazo que hacía en Vinadio pasé a una temperatura gélida a 2.350 metros. Aquel valle es precioso, un auténtico descubrimiento. A unos 100 metros de la meta, cuando ya creía que lo del cierre de la carretera era una broma, me encontré con una barrera de nieve de unos 10 metros que impedía el acceso y varios quitanieves y excavadoras a los lados Me bajé, cogí la bici en brazos y atravesé esa acumulación de nieve hasta llegar a la cumbre. Posiblemente fui el primero en llegar allí este año desde Vinadio.


Debido al frío y a las nevadas, tuve que cambiar la siguiente fase del plan: era imposible acceder al Bernina Pass y al Livigno. De igual manera, el Stelvio, accesible unos días antes, volvía a estar impracticable por toda la nieve que caía a diario. Así que me desvié hacia otro destino: el Tirol. Allí pude subir el Jaufenpass, aunque con mucho frío, el 13 de junio, cuando se abrió una ventana en aquel tiempo de locos. Pero tuve que descartar el Penser Joch (cerrado) y aguardar hasta el 15 de junio para subir el Timmelsjoch (Passo del Rombo), abierto justo ese día y en unas condiciones  terribles. 


Jamás he pasado tanto frío en la bici. Arriba, a 2.474 metros, había una espesa niebla (no se veía a más de una veintena de metros)  y a ambos lados de  la carretera había  una muralla de nieve de varios metros de altura. Al día siguiente cerraron el puerto por un desprendimiento de rocas.


Aunque esperé hasta entonces por si se abría la posibilidad de, al regreso, subir el Stelvio, fue imposible debido a las continuas tormentas de nieve que azotaban, día sí, día también, ese paso. Quizás en 2025, pero no en junio, sino un mes más tarde.



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